Esta frase pronunciada por D Miguel de Unamuno me ha encantado siempre por el mensaje que subyace en su fondo, tiene su sentido en la vuelta a su cátedra en la universidad de Salamanca, tras su paso por el destierro al que le condenó la dictadura de Primo de Ribera, como siempre los dictadores haciendo favores a la cultura y la libertad.